Ayer, en una de las instituciones donde laboro, sufrimos la primera perdida de un colega de trabajo, una institución con 100 trabajadores aproximadamente, en donde todos y cada uno es importante dentro de esta máquina de educativa.
Está perdida, acrecienta el enorme temor que a este enemigo invisible, que en nuestro país sus índices de mortalidad son aún mayores.
Siento decaer mis fuerzas y energías. Estoy «cumpliendo» con mi trabajo, solo por el sustento económico que conlleva esta labor.
Me entristece de sobremanera este hecho, la depresión me va a enfermar… La labor docente se convirtió en una de las más complicadas a el día de hoy.
Un médico, imagino que dentro de sus estudios, realizó el análisis de pandemias o pestes, y lo prepararon para momentos como este…
Pero a las docentes, ¿quién nos preparó para momentos así?
Somos uno de los países con más bajo rendimiento escolar, si no estuvimos bien preparados las aulas convencionales, aún peor para una situación como está.
¡Qué dios se apiade de nosotros!!!